Wednesday, September 23, 2015

Michel Pinard, un poema de despedida del embajador francés

Si hay algo que el saliente embajador de Francia en Bolivia, Michel Pinard, extrañará del país es la sensación de eternidad que le provoca, sentimiento que lo sobrecogió desde que llegó por primera vez en 1975. Su arribo se dio durante unas vacaciones universitarias en las que se encargó de ser el chofer de la embajada francesa en el país.
Aún conserva el pasaporte con el sello de su ingreso cuando arribó al aeropuerto de El Alto. Dice que le ha tomado más de 40 años pasar del asiento del conductor al posterior, que ocupó como embajador. Bolivia significa eso: completar aquel camino que empezó a transitar en La Paz y que lo inclinó a la vida diplomática. Tal vez sea por ello que pocos días antes de dejar el país escribió el poema Saliendo de Bolivia.
"Por lo general escribo en francés, pero éste surgió en español y lo escribí en cinco minutos”.
Su contenido se refiere a todo aquello que lo impresionó durante sus visitas al país. La música, la gente, los lugares y las sensaciones que, según confiesa, no ha sentido en ningún otro de los países que ha conocido, que suman más de medio centenar.

La faceta menos conocida de Pinard es la inclinación a escribir poesía y que, según afirma, surgió a partir de una hemorragia cerebral que sufrió a los pocos meses de llegar a Bolivia en 2012. Tuvo que ser sometido a una cirugía y desde su recuperación ha escrito dos libros en francés: Poèmes Voyageurs (El itinerario del poeta, 2014) que fue presentado este año en Bolivia y que contiene algunos poemas inspirados en el país. El próximo Les chants de l’âme (Los cantos del alma) será publicado en pocos meses.
Entre los poetas de su preferencia que recuerda, durante la entrevista con Página Siete, están Charles Baudelaire y Arthur Rimbaud.
"No sé si el cirujano me tocó alguna ‘neurona’ de la poesía, pero desde que salí de la clínica me puse a escribir de forma muy espontánea, realmente no tengo explicación para esto”, dice.


Aún rememora aquella La Paz que conoció hace cuatro décadas y que le encantó tanto que prolongó su estadía por 14 meses, y a la que retornó en varias oportunidades antes de ser embajador. Comenta que era una ciudad muy pobre con escasos servicios básicos y caminos, sólo había una carretera asfaltada, algo que se hacía crítico en el campo.

"A pesar de ello y estar en la dictadura de Hugo Banzer (1971-1978), que fue fuerte y sin piedad, me impresionó la gentileza y la generosidad del pueblo de Bolivia”, añade.
Describe cómo las casas seguían la topografía de la "hoyada” rodeada por el Illimani. No había grandes edificios, el único era el Alameda. Por aquellos años hizo varios amigos, entre ellos el dramaturgo y director de teatro Eduardo Perales.
Pinard percibía en el sonido de la música andina y las miradas de sus ejecutantes la nostalgia de una grandeza perdida, eso era algo cautivador y melancólico al mismo tiempo.
Asegura que en el presente las cosas son muy diferentes gracias a la democracia.
Aún están muy vívidos en su memoria el ferrobús con el que llegó a Cochabamba, la caza de chanchos salvajes en Alto Beni, la pesca en Cachuela Esperanza, los vuelos en los aviones DC-3 del Lloyd Aéreo Boliviano y aquel tren que salió de la Estación Central en La Paz y que lo transportó hasta la frontera con Argentina.
En aquellos viajes descubrió paisajes que nunca antes había observado. Considera que Bolivia tiene un gran atractivo turístico, pero que debe ser promocionado y aprovechado.
Cuando Pinard regresó a Bolivia como embajador de Francia en 2012, sintió que tenía una especie de deuda moral y afectiva con el país porque fue en su suelo donde descubrió que la orientación de su vida era una carrera diplomática. Espera haber hecho un buen trabajo.
Cuenta que no traducirá Saliendo de Bolivia al francés simplemente porque la poesía no se presta para ello porque es imposible traducir lo que transmite el alma de quien lo escribe. No está seguro de poder retornar alguna vez o quedarse con ese recuerdo "extraordinario” de la suerte que tuvo de volver como embajador al país.

Un silencio largo precede después de consultarle si habrá algo que extrañe de Bolivia. Después de meditarlo, expresa que será la eternidad. "Aquí en Bolivia se está en las puertas de la eternidad. Cuando uno camina por el altiplano, donde están las cordilleras, el lago Titicaca o el Salar de Uyuni, uno tiene ese reflejo. Creo que sólo con levantar los brazos uno podría tocar lo eterno”, afirma.

Sobre Pinard
Estudios Michel Pinard nació el 8 de abril de 1954. Tiene un diploma de estudios avanzados en filosofía y otro del Instituto de Estudios Políticos de París.
Poesía Publicó su primer libro de poesía en 2014. El segundo se presentará este año.
Carrera Fue cónsul general en Túnez, subdirector de América del Sur, primer consejero en Bogotá, Colombia, y consejero de Asuntos Exteriores, a los que se suman otros cargos diplomáticos.
Condecoración El canciller de Bolivia, David Choquehuanca, lo condecoró con la Orden Nacional del Cóndor de Los Andes, en el grado de Gran Cruz al finalizar su misión diplomática en el país.

Saliendo de Bolivia
¡Ay! Bolivia, Dama bella,
Tierra de sol, tierra de gracia.
Por tus cerros va mi alma.
Por tus ríos corre mi vida.
Por tus plazas y por tus calles
He visto bandas y bailes:
Notas alegres de guitarras,
Llantos lentos de zampoñas...
¡Ay! Bolivia, en tus noches
Llené mi mente de sueños.
Por encima de tus nubes
Robé la luz en tus cielos.
Yo me perdí en tus alturas,
Me extravié por tus llanuras.
Pero los cantos de tu pueblo
Me salvaron del infierno.

¡Ay! Bolivia, cuando me vaya
No creas que esté huyendo:
Del horizonte, mira la raya
Y más allá, mi destino.
Autor: Michel Pinard

No comments:

Post a Comment