Sunday, June 28, 2015

De finca rústica a residencia alemana

Hay cosas que no cambiaron en más de un siglo. El jardín amplio y con una variedad de rosas y el árbol más antiguo y alto, la primera palmera en La Paz y que sobrevive en la altura, el cultivo de hortalizas y los tres pisos o terrazas. Lo único que cambió con relación a su dueño anterior es que la propiedad ahora es una residencia diplomática.
El edificio fue construido alrededor de 1890. La primera foto fue tomada en 1920. Los primeros dueños de la actual residencia tenían su vivienda formal en la otrora distinguida zona de Sopocachi. Los fines de semana o en los feriados se trasladaban a su finca, ubicada en la hoy conocida zona de Obrajes; en ese entonces aparentaba lejos de la ciudad.
En la década del 30 del siglo pasado, la actual vivienda fue remodelada y desde entonces sufrió adaptaciones sobre la base original que no cambió. Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, el actual edificio fue reparado con una combinación de arte europeo y la tendencia arquitectónica de entonces en el país. Con el paso del tiempo el edificio de tres plantas fue reparado y modernizado. Tiene calefacción, cocina moderna, ventanas nuevas, pero la estructura antigua se mantiene.
Hoy, como ayer, en las dos terrazas se producen alimentos y flores. "Todo el jardín es impresionante y es uno de los más grandes de La Paz y la propiedad también está entre las más grandes residencias que hay en ciudad”, dijo el actual embajador de Alemania en Bolivia, Peter Linder.
De las 45 residencias diplomáticas que hay en la ciudad de La Paz, la de Alemania está entre las tres con mayor extensión territorial, pues va desde de la calle Díaz Villamil y Calle 7 de Obrajes hasta la avenida Costanerita. Originalmente se extendía incluso hasta el río Choqueyapu, pero por el ordenamiento urbano perdió una terraza y quedaron tres.
Dos jardineros cuidan la extensa huerta. Linder acompaña en la siembra y cosecha de lechugas, rábanos, pepinos, perejil y yerbas medicinales. "La naturaleza es muy sabia”, dice. La variedad de rosas y otras especies son cosechadas en gran parte del año. "Producimos flores, todos los colores y todo el año el jardín tiene otro color”. "El corazón verde que tengo lo pongo en práctica”, añade.
Linder, que no es ajeno a las actividades agropecuarias, también dijo que con sus dependientes preparan en el invierno los árboles frutales: pera, manzana y durazno. La siembra y cosecha no son industriales, pero se permiten disfrutarlas. "Cortamos entre junio, julio y agosto los brazos inútiles para que después se reproduzcan frutas”.
En el jardín, al menos dos árboles destacan por su altura alcanzada y apariencia de antigüedad. Un pino, posiblemente con más de 300 años, y una palmera potencialmente con esa misma edad. "Ya estuvo plantada antes de Simón Bolívar (Libertador y primer Presidente de Bolivia, 1825)”, dice Linder. Tenía una altura de 45 metros. "Tuvimos que cortar 15 metros, ya era un peligro; muchos pájaros perdieron sus nidos, otros se reacomodaron en el mismo árbol”. Linder afirma que posiblemente sea uno de los primeros árboles de la ciudad, al igual que la palmera, que está en el centro del jardín.
La bióloga Esther Valenzuela, directora de la carrera de Biología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), confirmó que los dos árboles están entre los más antiguos de la ciudad, pero aseguró que no son originarios de La Paz, sino que fueron traídos y plantados durante o posterior a la colonia. Dijo que los árboles propios o autóctonos de la región son la quiswara y la queñua. Además, en el valle de la hoyada se adaptaron un sinfín de variedades de plantas que hoy embellecen la ciudad.

El jardín ha sido objeto de varias remodelaciones, pero siempre mantuvo el concepto de las tres terrazas. A la salida hacia la calle 8 de Obrajes se encontraba un terreno denominado "museo”, en el que originalmente se encontraba una colección de los propietarios anteriores. Durante la estadía de algunos embajadores alemanes, esta parte solamente era utilizada para la crianza de alpacas y/o conejos.
Alemania tiene 220 servicios diplomáticos, entre embajadas y consulados. "De todos ellos conozco el 25%, en el curso de mi vida, no viví en todos ellos, sino que estuve de visita; en la región conozco todo con excepción de Chile”, dice Linder.
Como diplomático, Linder recuerda que estuvo 15 años en América Latina, en distintos países, ocho en África, 10 en Alemania. En Bolivia está por segunda vez, la primera fue entre 1989 y 1992 en un cargo menor y vivía en una casa particular de la plaza Humboldt, calle 8 de Calacoto. "Sabía que iba a volver, también sabía en qué tipo de casa iba a vivir”, afirma.
También recuerda que las residencias de Río de Janeiro y Buenos Aires son más grandes que la de La Paz. Se encuentran en el centro de ambas ciudades. Linder señala que la residencia alemana está entre las más grandes que hay en el mundo. En su calidad de diplomático visitó al menos 45 de ellas y en tamaño se asemejan a la de Turquía, Etiopía y Guatemala. Esta última tiene una vista a un volcán activo. Las otras son castillos o casas antiguas. En París, la residencia es de la época de la Revolución Francesa (1789-1799). Linder cuenta que en esos tiempos los reyes intercambiaban casas entre estados. En cambio, hay residencias nuevas que funcionan en departamentos, como en Nueva York. En otros casos son pequeñas viviendas con jardines. "Hoy , en un mundo moderno” todo se alquila, dice.

Historia de la residencia

A principios del Siglo XX el empresario alemán Ludwig (Luis) Ernst compró la actual residencia alemana, hoy ubicada en la Calle Díaz Villamil de la calle 7 de Obrajes, con el fin de pasar en ella los fines de semana y las vacaciones. Poco después fue remodelada y ampliada. En 1948 fue nuevamente remodelada por su yerno, Ernesto Fricke Lemoine, tal como luce actualmente. Se desconoce quién fue el arquitecto que diseñó la vivienda, que incluía las cuatro terrazas (ahora tres) y que se extendía hasta el río Choqueyapu.
Ludwig fue uno de los fundadores de la Cervecería Boliviana Nacional (CBN). Representaba a varias empresas alemanas y tenía una agencia de aduanas en Puerto Pérez (Lago Titicaca) donde vivió inicialmente. Antes de que Guaqui se convirtiera en puerto principal después de la construcción del ferrocarril, Puerto Pérez era el puerto a través del cual se importaba mercadería de Perú. Contrajo nupcias en Bolivia y tuvo cinco hijos: Hugo (quien ocupó importantes cargos públicos), Raúl, August (Cuto), que fue piloto particular del presidente Germán Busch, y murió en 1938 en el nevado Sajama, Louise y Carmen.
Hugo Ernst poseía 11 haciendas (la más grande estaba en Achacachi), administraba la CBN e importaba equipos para las minas que eran también montadas por él. Trabajó con el magnate minero Mauricio Hochschild.
De 1938 a 1941 fue designado Embajador de Bolivia en Berlín. Fue ministro de Defensa y de Economía, prefecto y alcalde de La Paz en tiempos de la Revolución de 1952. Tras la Revolución fue detenido, estuvo corto tiempo en la cárcel y fue exiliado a Lima en 1953, donde murió en 1964.
Ludwig regresó a Alemania cuando se hizo mayor, falleció en 1938 y está enterrado en Baden Baden. Su hija Carmen lo acompañó y, durante el tiempo que estuvo con él, conoció a su futuro esposo, Ernesto Fricke Lemoine.
Tras la muerte de Ludwig -a sugerencia de Hugo- la casa heredada de Obrajes debía mantenerse como recuerdo de los padres, pertenecer a todos los hijos y ser habitada por turno por cada uno de ellos. Hugo vivió allí con su familia durante 10 años hasta 1938, luego vivió Louise con su esposo, y finalmente Carmen con su esposo, Ernesto Fricke.
Fue Fricke quien le dio un nuevo estilo a la casa en 1948: una mezcla de elementos coloniales y estilo de Art Decó de los años 20, que es el que hasta ahora se conserva. Añadió elementos en un estilo barroco mestizo, evidente en el tallado de piedra y madera tanto de la fachada como de las puertas.
En la década del 50 se fue a Buenos Aires con su esposa. Se sabe que la última reunión familiar en la casa en Obrajes tuvo lugar a principios de febrero de 1956. Luego ésta fue alquilada a la Embajada de Alemania, y en los años 60 comprada por su inquilino.
Linder dice que la residencia fue honrada por la Alcaldía de La Paz. En enero de 2011 la residencia alemana fue declarada Patrimonio Arquitectónico y Urbano de la ciudad de La Paz, dentro de la categoría "A” o valor monumental.

El arte y la cultura
Del mobiliario original del tiempo de Louis Ernst solamente queda un pavo de plata de 1767, y el reloj dorado de estilo francés. La consola con los rostros de ángeles en estilo barroco mestizo, un espejo estilo barroco, los sillones de obispos, las puertas que están al ingreso de la residencia, el banco, el panel de una cómoda y una silla son probablemente del tiempo de los Fricke.
Las puertas interiores, o que conectan la sala principal con otras dependencias, tienen decoraciones con predominio de estilo y arte tradicional del sur de Alemania.
En las paredes de la sala cuelgan dos pinturas de Cecilio Guzmán de Rojas -con quien le unía una amistad- que fueron adquiridas por Fricke. El cuadro de la Plaza de Potsdam en Berlín (actualmente en el comedor) pertenecía a la Cancillería alemana, estuvo durante mucho tiempo en el Ministerio de Relaciones Exteriores (en el despacho del Viceministro) y hace unos años fue devuelto a la residencia alemana.

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